viernes, 1 de octubre de 2010

Desconexión


Desconexión.

             Un desvanecimiento… el cuerpo se desploma y cae como un gran tronco en medio de un bosque en tala. Cae irremediablemente atraído por la ley de la gravedad y cae sin sentido, sin dirección, sin poder coordinar su ubicación respecto a lo que le rodea. Es un peso muerto, tosco, absurdo, solamente masa imposible de frenar. Esa mente que por algún motivo pierde por un instante el riego suficiente como para atarla a este mundo guarda aún un último flujo, para poder ver como a cámara lenta pierde el control sobre sí y se envuelve en una tiniebla oscura para finalmente golpear contra el suelo.

             El golpe es seco, sordo y con cierto rebote hasta que se para por completo. Silencio en el interior. Gritos en el exterior inaudibles por el caído. Sensación de terror y pánico ante una escena que se escapa a la capacidad de reacción de la gente de a pie. No responde. Llamada al servicio de urgencias que a su llegada se encuentra al paciente despierto y consciente, pero desorientado, no reconoce a quien tiene alrededor, se niega a moverse y que lo trasladen al hospital. Despierto pero fuera de sí. Se ven obligados a llamar a la policía para su traslado.

             Llega al hospital, sereno, no parece violentarse por la situación. Presenta una contusión frontal importante, pero está perfectamente alerta. Lo desposan y me lo llevo a consulta en camilla.

             Una mirada limpia, azul y penetrante clava sus pupilas firmemente y con expectación sobre mis ojos. Comienzo la anamnesis y en seguida me percato de que algo no está bien. No puedo ni recoger los antecedentes personales porque solo me responde con “si” y movimientos de cabeza. Me voy a la información del ordenador donde se recogen ciertos antecedentes mentales, pero esto era algo más. Paso directamente a la exploración neurológica y de lo único que puedo estar seguro es que está consciente y orientado en persona. Solo asiente, mueve la cabeza o dice “si”. En su expresión veo frustración porque el mismo se da cuenta de que algo no va bien. Le hago preguntas sencillas pero pese a parecer intentar encarecidamente buscar palabras no sale nada de su boca, salvo resoplos y movimientos de cabeza. Creo entender que ha desarrollado algún tipo de afasia y le pido un TAC de cráneo.

             Previo al informe por el radiólogo, con la técnica ya realizada me aventuro a ver si descubro en la imagen el origen de la lesión, y efectivamente, además de la evidente contusión en el frontal con una hemorragia subgaleal (o lo que es lo mismo para los profanos un chichón grande), conforme bajo los cortes del TAC se empieza a vislumbrar un aumento de densidad, una borrosidad blanquecina que dibuja el cráneo en su interior correspondiente a una hemorragia subdural importante, con un edema franco que elimina los espacios entre surcos y circunvoluciones, y que origina un desplazamiento de la línea media del cerebro de 8mm. El paciente pasa a observación donde se valora por Neurocirugía.

             Hasta qué punto se ha podido alterar esta red neuronal, quizá para siempre… sin reconocer a quienes le rodean, siendo incapaz de expresar un pensamiento que ya estaba trastornado en origen y que ahora es preso en una cárcel de hueso. Tal vez lo mejor que le hubiera pasado es haber encontrado al final del mundo desconectado.

2 comentarios:

  1. Gracias por brindarnos a todos esta perspectiva tan amena y poética del mundo de la medicina.

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  2. ¡Me encanta este texto! Es genial lo que escribes Jaime, me encantaaa!todos los que trabajamos en uci y urgencias estamos muy sensibilizados con este tema, es muy duro ver tratar y cuidar a pacientes asi.. tu muy bien lo titulas,desconexión...opino igual que tu lo mejor que le podría haber pasado a tu paciente es pasar como tu dices al mundo desconectado...en este caso pasarían a un mundo mejor sin sufrimientos...aunque comprendo que a veces es dificil asumirlo,la esperanza es lo último que perdemos... Gracias por estos textos!

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